martes, 24 de marzo de 2020

MEDIDAS PARA EL CAMBIO

Estimado lector:

Hay que tomar medidas para evitar otra situación como la provocada por el Coronavirus. Pensemos que la siguiente crisis podría ser mucho peor. Debemos replantearnos bastantes cosas. En lo que respecta al ámbito de la librería, lo vamos a ir viendo poco a poco en este blog. Puedo apuntar ya varias actuaciones que se irán desarrollando en futuras entradas:

- Uso preferente de la tarjeta de crédito. Es más práctico, higiénico y seguro que el pago en efectivo. 

Tiene claros beneficios a efectos de transparencia laboral y fiscalidad. Por supuesto, los bancos deben arrimar el hombro y poner su granito de arena, por ejemplo, dejando de cobrar comisiones (sugerencia: destinen sus beneficios a contratar más empleados, por ejemplo, para atender mejor en la caja y agilizar los trámites, ofrecezcan horarios más flexibles y pongan a disposición de sus clientes sucursales "de guardia" para cada distrito todos días del año a cualquier hora del día... un cajero es a la banca lo que un buzón a una oficina de Correos: todos queremos ser atendidos por una persona).

- Concienciar al cliente de que un negocio no es una extensión de su casa y que debe mantener unas normas básicas. 

Que los trabajadores se encuentren a su disposición no les autoriza a tomarse confianzas con ellos ni a abusar de su tiempo; tampoco les permite hacer lo que se les antoje: entrar con animales, comer y beber dentro del establecimiento, no respetar las zonas privadas, despreocuparse de sus hijos (lo que provoca accidentes que podrían evitarse), molestarse con los empleados si se les llama educadamente la atención, abusar de su tiempo de trabajo con conversaciones que exceden la cortesía en la relación con el cliente, no respetar los turnos y avasallar al empleado... Se trata de recuperar esos valores cívicos que tan bien conocían nuestros mayores. Buscamos la convivencia, que exige de nosotros tolerancia y respeto a las normas. 

Si tocan los libros con las manos sucias, ¿no se dan cuenta de que pueden contagiar a otros? ¡La suciedad y los virus se quedan en las superficies después de que ustedes las hayan tocado! ¿Comprenden el valor de lavarse las manos? Por poner un ejemplo, ¿qué hace un niño tirado en el suelo de una tienda o de un centro comercial dando vueltas y rodando sin parar? Las croquetas, por favor, déjenselas a Casa Labra, y el mantenimiento de suelos, al servicio de limpieza. Son niños y nos encantan, pero deben venir de casa bien educados y han de ser controlados por adultos responsables en todo momento. 

Lo mismo se podría decir de las personas que entran comiendo o con las manos embadurnadas de crema. ¿No entienden que sus dedos están manchados de grasa y que las huellas que dejan en los libros no se pueden limpiar y nadie va a querer comprarlos luego? Ese comportamiento insolidario afecta al bolsillo de otro. 

Hay clientes que entran acatarrados, tosen al aire mientras hablan (cuando no lo hacen a la cara del dependiete) y así multiplican el riesgo de contagiar a los demás. 

El tema de las mascotas y algunos de sus dueños roza la locura. Quizá para otra entrada... Solo un par de preguntas. ¿Han pensado que al dueño del establecimiento y/o a uno o varios trabajadores (extensible a los clientes) no les gustan los perros? ¿Es que pasa algo malo por ello? ¿No se dan cuenta de que están eligiendo al animal antes que a un ser humano? ¿Qué si sufren una alergia de contacto? Se las llama de contacto por algo; esas personas tuvieron mascotas, pero desarrollaron alergias y/o enfermedades. ¿Saben qué es la hidatidosis? Besarle la boquita al animal que ha estado olfateando orines, culos y heces, y compartir cubiertos y dejarse lamer... luego tiene consecuencias. ¿Qué si desarrollaron fobias? ¿Saben cuántos ataques de perros sufren los españoles al año, incluyéndose víctimas mortales? ¿No imaginaron que los trabajadores ignoran si el animal está limpio y vacunado? ¿Les gustaría a ustedes que los que entran en el vagón del metro o en el autobús se sacudieran? ¿Por qué creen, entonces, que nos debe hacer gracia que se sacuda su perro? ¿Podría ser agresivo y morder a alguien, por ejemplo, a un niño que jugando le pise la cola? Padres que sueltan a sus hijos y dueños de perros ¿van viendo el peligro? ¿No lo pensaron? ¿Por qué? ¿En quiénes piensan entonces? En ustedes. Solo en ustedes. En los demás no. Los demás, pues eso, somos muy malos y exagerados. Afortunadamente, la gran mayoría de clientes que tienen mascota no ignoran su responsabilidad y respetan a los demás. Gracias. Gracias y mil veces más gracias. No escribo sobre ellos, que saben bien cómo hacer las cosas correctamente. Que le pregunten a Almudena lo que lleva en dinero y sufrimiento con su labor de rescate. La de animales moribundos a los que habrá dado un final digno, atención veterinaria y cariño personal en el peor momento, el amor que toda forma de vida demanda... A Ignacio, que nunca entra con su perrita, pero sobre la que hemos hablado tanto y nos hemos echado tan buenas risas... A Ramón, comercial de un grupo maravilloso cuyo nombre no diré aquí porque no procede, al que no se le ocurre venir con su perro a presentarme las novedades del próximo mes... A mis vecinos, que no se separan de su perro Harry ni cuando la enfermedad lacerante que sufre acecha al pobre animal, y este sale tan digno y orgulloso a darse una vuelta con la familia... A Susana, que debe de tener la mejor colección en España de libros sobre gastronomía escritos en inglés, que me deja a su simpática perrita fuera (para gran pesar mío): no he conocido a un animal más adorable que ese en mi vida... Y tantos otros... Me refiero al que deja los excrementos repartidos por la acera, al que se enoja con los demás y no reconoce sus errores, a quien desprecia a un semejante solo porque no comparte sus gustos, al que busca la confrontación...

En definitiva, nuestra insolidaridad y falta de respeto son el problema. Creer que "yo hago lo que me da la gana" es gratis, efectivo y no tiene restricciones ni consecuencias para los demás. Ahora piensen en el Coronavirus y apliquen esa filosofía. ¿Se va entendiendo mejor?

- A todos nos agrada hablar. En las librerías y con algunos libreros, especialmente. Nosotros también lo valoramos. Es la parte más bonita de nuestra profesión: el contacto con el cliente, que se convierte en amigo con el paso de los meses. 

Precisamente como amigo suyo, hay que pensar en él. El librero -y esto se aplica a cualquier otro profesional- está en horario de trabajo. Generalmente, siete u ocho horas de cara al público casi todos los días del año sin ceder al desaliento y sin excepciones... Hay que sumar el tiempo que dedica al mantenimiento del local, al almacén, a los comerciales, a los asuntos administrativos... El librero hace de su negocio su primera vivienda, confunde oficio y vida. Por favor, seamos comprensivos con estas personas que generosamente dedican su tiempo a los demás. Está bien charlar un rato, pero no podemos acaparar su atención y debemos saber despedirnos pasados unos minutos. Dejen que atienda al teléfono, que saque los pedidos de las cajas que han entregado los proveedores, que hagan uso del lavabo, que se despejen cinco minutos tomando un café con el vecino, que también tengan un rato para leer, para limpiar los muebles y estanterías... Compartan su tiempo, pero no secuestren y roben el del otro. Especialmente ahora que sufrimos las consecuencias del Coronavirus, hay que aceptar esta triste realidad y mantener cierta distancia social, que no implica frialdad con los demás, sino un trato igual de cariñoso pero más ágil. Cuanto menos expongamos al trabajador más lo alejamos de que enferme con una grave carga viral. Su comprensión, querido lector, salva vidas. Recordemos que todos somos vulnerables. Quien trabaja en un negocio tiene que cerrar en algún momento y convertirse él en cliente. La clave es siempre la misma: no hagas a los demás lo que no deseas que te hagan a ti. 

- Posiblemente sea necesario el uso de guantes y mascarillas en los próximos meses. Tal vez nos restrinjan el movimiento dentro de los establecimientos y debamos recoger nuestros pedidos casi desde la calle, especialmente en tiendas pequeñas. Habrá que mantener una distancia entre todos y puede que se nos impida pasar si hay más de dos o tres personas dentro del negocio. Van a rogarnos que dejemos el patinete fuera, que no accedamos con animales. Incluso algo muy doloroso: que nuestros menores no entren para evitar que puedan contagiar a un mayor que está comprando su libro en ese momento. Lo hacen pensando en el bien de todos. Son medidas necesarias, no caprichos molestos que se aplican sin sentido. Yo mismo tengo la piel de las manos muy seca y algo descamada por el uso constante de geles desinfectantes. ¿Saben lo difícil que es empaquetar un libro para regalo usando guantes? Se hará lo que haga falta. Todo no es suficiente para nuestros clientes, pero también hay que ponerles límites a nuestros derechos cuando las circunstancias lo aconsejan. No caigamos en el vicio del abuso, no confundamos -como suele decirse- libertad con libertinaje.

Solo es libre aquel que es responsable. La convivencia exige atención, sacrificio, concesiones... Entre todos vamos a construir una sociedad mejor. Tomemos las medidas necesarias.

Un saludo a todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.